¿Quién está seguro en casa? Riesgos asociados al hogar en la pandemia de Covid-19

Who is safe at home? Risks associated to home in the pandemic

Fecha de recepción: 16 de noviembre de 2020 / Fecha de aprobación: 31 de diciembre de 2020

 

Ludmila Ribeiro1 y Bráulio Alves Figueiredo da Silva2

 

Resumen

El objetivo de este artículo es evaluar los cambios experimentados en la rutina doméstica de los brasileños durante el período de aislamiento social debido al Covid-19. Para ello, se aplicó un cuestionario en línea con preguntas sobre los cambios de hábitos, nivel de estrés y situaciones agresivas en el hogar, utilizado para estimar el nivel de tensión y conflicto entre los residentes. La recolección de datos se llevó a cabo entre el 16 y el 21 de abril de 2020 y la muestra final estuvo compuesta por 2.531 encuestados. Si bien el 6,7% de los encuestados informó sobre conflictos familiares por primera vez, más del 20% dijo que estos conflictos ocurrieron normalmente. Los análisis bivariados mostraron que la prevalencia de agresión durante las medidas de aislamiento social está asociada con variables demográficas y coyunturales. También se estimaron tres modelos de regresión logística binomial, cuyos resultados mostraron que las medidas para prevenir el Covid-19 afectan el estrés entre los residentes, lo que genera una mayor probabilidad de agresividad en el hogar. Estos hallazgos confirman estudios previos, que apuntan hasta una mayor tensión interna como una de las externalidades negativas del coronavirus.

Palabras clave: aislamiento social, violencia doméstica, estrés, agresividad, COVID-19

 

Abstract

This study aims to assess changes in Brazilians’ domestic routine during the social isolation period due to COVID-19. Hence, an on-line questionnaire was carried out with questions about alterations in habit, stress level and aggressive situations experienced at home, used to estimate the level of tension and conflicts among residents. The data collection took place between April 16 and 21, 2020 and the final sample consists of 2,531 respondents. While 6.7% of respondents reported domestic conflicts for the first time, more than 20% said that these conflicts had occurred as usual. Bivariate analyzes showed that the prevalence of aggression during social distancing measures is associated with demographic and conjunctural variables. The three binomial logistic regression models have showed that social distancing measures adopted to prevent the Covid-19 impact the level of stress among residents, leading to greater aggressiveness at home. These findings confirm previous studies that highlight the increase of domestic tensions as a negative externality of coronavirus.

Keywords: social isolation, domestic violence, stress, aggressiveness, COVID-19

 

Introducción

Desde el comienzo de la pandemia de Covid-19, el lema “Quédese en casa, salve vidas” se ha extendido por todo el mundo (Bright, Burton; Kosky, 2020). El gran problema es que, muchas veces, el individuo puede estar en riesgo de muerte u otro tipo de violencia debido a dinámicas específicas del contexto hogareño. Así, son muchos los estudios que destacan cómo las medidas preventivas del Covid-19 pueden agravar la “pandemia de violencia de género”, fenómeno que “afecta al 35% de la población mundial, está presente en más de un continente y es de propagación de la comunidad” (Otamendi, Barroso y Calazans, 2020).

En la misma dirección, las Naciones Unidas (2020) subraya que entre las mayores externalidades negativas de las políticas de aislamiento social se encuentra el deterioro de la salud en el hogar. Tal fenómeno se traduce en un mayor estrés, impulsando situaciones de conflicto, que conduciendo a la violencia doméstica (Bradbury-Jones; Isham, 2020). Es un problema que afecta, de manera desproporcionada, a mujeres y niños (Van Gelder, 2020), debido a la mayor dificultad para romper las relaciones abusivas a las que son sometidos durante la pandemia (ONU Mujeres, 2020). Este escenario se vuelve preocupante en un país como Brasil, que tiene una de las tasas más altas de prevalencia de agresiones en el ámbito familiar (FBSP, 2020).

Los informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2020) destacan que los datos sobre violencia doméstica son incompletos y difíciles de recopilar en general y se vuelven aún más escasos en un contexto donde la comunicación cara a cara se ve comprometida. La dificultad de las víctimas de violencia para desplazarse a comisarías o servicios públicos, donde pueden obtener información, logrando que la información oficial se distorsione, porque sólo es posible captar un reducido número de situaciones (Bright, Burton; Kosky, 2020).

Por esto, es necesario pensar en nuevas estrategias de recolección de datos, que representen mejor los cambios en la dinámica de la sociabilidad dentro del hogar (MARQUES et al, 2020). Una alternativa es el uso de datos de comportamiento recopilados de paneles en línea con personas que tienen acceso a Internet (Betsch, 2020). La información de estos cuestionarios nos permite comprender las percepciones de los entrevistados sobre los riesgos, las medidas de protección, el aumento del estrés y los cambios en la dinámica de la sociabilidad en el hogar (Vieira et al, 2020). También garantizan una mejor comprensión de cómo y cuándo ocurre la violencia psicológica o física en el hogar, un tema sobre el cual no se habla abiertamente con los entrevistadores (Andrade, 2008).

Para este estudio, utilizamos datos de una encuesta en línea, realizada en abril de 2020, sobre las percepciones de 2.531 personas que viven en todo Brasil sobre las medidas de aislamiento social y los patrones de agresividad dentro del hogar. Con esto, esperamos dar respuesta a las siguientes preguntas de investigación: durante el período de aislamiento social, ¿hay un cambio en los estados de ánimo y en la ocurrencia de eventos agresivos dentro del hogar? ¿Qué factores están asociados con el aumento de estas tensiones? De las respuestas a estas preguntas, puntuamos qué efectos podrían haberse anticipado, así como qué podemos esperar cuando el aislamiento social no parece tener una fecha final.

 

Estrés y conflicto en el ámbito familiar durante la pandemia de Covid-19

En marzo de 2020, la OMS reconoció la nueva pandemia de coronavirus. Inmediatamente después, varios países promulgaron medidas de aislamiento social para contener la propagación del Covid-19. Las acciones implementadas por los poderes públicos en Brasil significaron una disminución de la circulación en las calles, lo que provocó el deshilachado de fronteras y nuevas percepciones sobre el significado de las categorías «hogar», «trabajo» y «familiar» (Araújo, 2020).

El ámbito familiar se ha convertido en un espacio “donde el cuidado y la violencia, el cariño y el dinero, la libertad y el encarcelamiento, la intimidad y la vida pública se mezclan y muchas veces son caras de los mismos procesos vitales” (Motta, 2020). el hogar se ha transformado porque los límites entre el trabajo remunerado y no remunerado se han vuelto más difusos, dada la ausencia de horarios y lugares fijos para ejercerlo (Vieira et al, 2020). las mujeres se volvieron más agobiadas por la acumulación de actividades de cuidado, con la casa y con las personas que residen en ella, lo que repercutió en niveles más altos de estrés (Van Gelder, 2020).

Sin embargo, practicar el aislamiento social no es tan simple como parece, dadas las enormes desigualdades que existen en Brasil. Según el censo de 2010, el 6% de la población brasileña vive en barrios marginales, en los que familias numerosas, en algunos casos de hasta 10 personas, comparten una sola habitación que carece de servicios esenciales, como agua potable y tratamiento de aguas residuales. Una de las dificultades de la pandemia es la imposibilidad de garantizar el aislamiento en las casas autoconstruidas en estos loteos, generalmente ubicados en las afueras de las grandes ciudades (Araújo, 2020). Por lo tanto, es de esperar que cuanto mayor el número de personas que residan en un mismo espacio, mayores sean las tensiones derivadas de la combinación de precariedad socioeconómica y nuevos estándares de sociabilidad que da la pandemia de coronavirus (Vieira et al, 2020).

Otra dificultad es la imposibilidad de quedarse en casa sin preocuparse por el sustento y los ingresos. Estimaciones del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) indican que, a lo largo del año 2020, el 13% de la población brasileña económicamente activa estaba desempleada, es decir, no tenía empleo permanente, a menudo viviendo de trabajos informales. Esto significa trabajar hoy y tener ingresos para sobrevivir hoy, imposibilitando la espera de la “vuelta a la normalidad” dentro de casa (Araújo, 2020). Quedarse en casa significa tener mayores preocupaciones sobre cómo sobrevivir, lo que repercute en mayores tensiones familiares (Otamendi, Barroso y Calazans, 2020). A esto se suma el hecho de que la labor que realizan estos individuos sigue siendo demandado en el contexto de la pandemia (Acciari, 2020), lo que también implica miedo - a la infección por coronavirus y la transmisión de la enfermedad a otros miembros de la familia (Vieira et al, 2020).

En este escenario, se espera que las medidas de aislamiento social adoptadas para la prevención del Covid-19 entre los brasileños hayan repercutido en mayores niveles de estrés (Marques, 2020). Esto porque existe una mayor presión simultánea por (i) mayor higiene y distanciamiento, lo que implica tener un hogar que permita el aislamiento social (Pires, 2020), (ii) mayor sobrecarga laboral de las mujeres, en cuanto al cuidado de sus hijos y con el hogar (Otamendi, Barroso y Calazans, 2020), (iii) mayor demanda de ingresos que permita garantizar la supervivencia durante la pandemia - cuando algunos trabajos informales se vuelven inviables (Pereira et al, 2020), (iv) además del miedo a contraer la enfermedad y, sobre todo, a transmitirla a familiares y conocidos (Vieira et al, 2020).

Este nuevo patrón de vida parece haber afectado la forma en que los miembros de la misma familia viven juntos, aumentando el riesgo de agresión en el hogar (Humphreys et al, 2020). La mayor tensión, producto de los cambios en el hogar y en el trabajo, aumenta el riesgo de insultos, llantos, amenazas, entre otras agresiones, generando daños psicológico y físico permanentes (Bradbury-Jones; Isham, 2020).

En la crisis de Covid-19, la exhortación de la medida de “quedarse en casa” puede tener implicaciones importantes para las personas que ya viven con alguien que es abusivo o controlador (Brooks et al, 2020; Humphreys et al, 2020), aumentando el estrés al que se somete el individuo (Mackolil y Mackolil, 2020). Este cambio de sentimientos y percepciones, especialmente por parte de los sujetos que están comprometidos con el aislamiento social, aumenta la posibilidad de que los eventos agresivos, que suelen suceder dentro del hogar, se vuelvan más intensos (Tsamakis et al, 2020).

También se incrementa la posibilidad de que una violencia que nunca sucedió sea parte del escenario de sociabilidad doméstica (Vieira et al, 2020; Campbell, 2020). Según Bright, Burton y Kosky (2020), las posibilidades de violencia dentro del hogar aumentan cuando hay desempleo, especialmente para los hombres, lo que tiende a ocurrir con mayor intensidad durante el Covid-19. A esto se suma el hecho de que la distancia social y una mayor proximidad entre los miembros de la familia también aumentan las posibilidades de violencia dentro del hogar, por lo que estos incidentes tienden a ser más comunes los fines de semana, cuando todos los residentes están en casa (Otamendi, Barroso y Calazans, 2020).

Tales problemas tienden a ser dramáticos en Brasil, porque el país tiene una de las tasas más altas de violencia doméstica del mundo (ONU Mujeres, 2020). Desde que se desencadenó la crisis del coronavirus, las llamadas a los teléfonos de emergencia como el 190 de la policía y el 180 de los derechos humanos han aumentado sustancialmente (FBSP, 2020). Estos datos reflejan situaciones de emergencia extrema, en las que los involucrados en la dinámica de la violencia reclaman el apoyo del mundo exterior (Marques et al, 2020), por lo que se estima que un número sustancialmente mayor de ocurrencias terminan sin ser denunciadas, ocultándose dentro del hogar. En este contexto, el presente estudio pretende contribuir en dos aspectos: a) señalar los números relacionados con el aumento de la tensión doméstica que desemboca en los incidentes de violencia y, b) comprender cuáles son los factores que, por estar entrelazados con la nueva dinámica de sociabilidad del coronavirus, se asocian con la mayor agresividad en el hogar.

 

Datos y métodos

Los datos analizados en este artículo son el resultado de una encuesta de opinión en línea a 2.531 personas residentes en todo el territorio brasileño en abril de 2020. Este estudio se realizó sin identificar a los participantes, en cumplimiento de las reglas de la Resolución 510/16 del Consejo Nacional de Ética en Investigación (BRASIL, 2020).

Entre las ventajas de utilizar el formulario en línea se encuentran las medidas de distancia social (que evitan las entrevistas cara a cara), la rapidez en la obtención de los resultados y el bajo coste de aplicación (Roster et al, 2020). Además, la ausencia del entrevistador durante la cumplimentación del cuestionario reduce las posibilidades de vergüenza, especialmente en el caso de preguntas más sensibles, como las relacionadas con la temática de la violencia (Andrade, 2008). Finalmente, tales metodologías implican menos errores en la entrada de datos y aumentan el tamaño de la muestra (Faleiros et al, 2016), además de asegurar una mayor calidad y precisión de las informaciones (Betsch, 2020).

El cuestionario se creó a través de surveymonkey y estuvo disponible durante seis días, entre el 16 y el 21 de abril de 2020. La primera página de la encuesta consistió en presentar los objetivos del estudio, destacando la garantía del anonimato de las respuestas y la voluntariedad como principio rector para la recolección de información (Faleiros et al, 2016). A continuación, los interesados en participar de la encuesta podían hacer clic en “iniciar”, cuando se les informaba sobre su consentimiento libre y espontáneo, teniendo la opción de retirarse en cualquier momento. Exactamente por este motivo, se excluyeron del estudio los cuestionarios parcialmente respondidos, correspondientes a aproximadamente el 5% de la muestra final.

Para difundir la encuesta en todo el país, los investigadores utilizaron herramientas web, reenviando el enlace a través de direcciones de correo electrónico y redes sociales, como Facebook, Instagram, Linkedin y Whatsapp. A efectos de control, se implementó un mecanismo que evitaba la duplicación o respuesta de formularios en un mismo dispositivo. Al final, se recopilaron datos de 2.531 encuestados (se excluyen los formularios que aún no se han completado). El margen de error de referencia se estimó en 2,0 puntos porcentuales para un intervalo de confianza del 95%.

Como el cuestionario llegó a todos los Estados de la federación brasileña, con el fin de garantizar la equivalencia entre los datos recopilados y la población del país, las respuestas se ponderaron en función de las proporciones de la población en términos de sexo, edad y región. Para esta ponderación, los datos utilizados como referencia provienen de la proyección poblacional oficial del IBGE para el año 2020.

 

Variables dependientes

Para el análisis del efecto de las medidas preventivas de Covid-19 sobre la sociabilidad doméstica, sólo se consideraron los encuestados en situación de convivencia, lo que correspondió a 2.268 observaciones o el 89,6% de la muestra. A dichos sujetos se les preguntó sobre las siguientes situaciones en el hogar durante el período de aislamiento social: (i) insultos; (ii) una reacción de llanto por al menos uno de los involucrados; (iii) amenaza de golpear o arrojar cosas entre los involucrados; (iv) destruir, golpear, arrojar o patear objetos; (v) empujes o agarres entre los involucrados; (vi) bofetadas, mordiscos o cachetazos; (vii) golpizas; (viii) amenazas mutuas con cuchillo o arma; (ix) uso de cuchillo o arma entre sí.

Como lo destacan Bright, Burton y Kosky (2020), el informe de sólo una de estas situaciones ya es indicativo de una dinámica agresiva dentro del hogar. Por lo tanto, para cada uno de ellos se ofrecieron cuatro alternativas de respuesta: a) “sucedió por primera vez”; b) “sucedió con más intensidad que las otras veces”; c) “sucedió como las otras veces” y d) “no sucedió”. La respuesta positiva a las categorías “a”, “b” o “c” se utilizó para generar tres nuevas variables, que recibieron valor cero si el entrevistado no presenció una situación tan agresiva y valor uno si la agresión ocurrió.

Las nuevas variables generadas se relacionaron con los reportes de (i) incidente de agresión en el hogar por primera vez luego de las mediciones de Covid-19; (ii) incidente de agresión en el domicilio más grave tras las medidas del Covid-19; (iii) incidente de agresión en el hogar como en otros momentos (antes de las mediciones de Covid-19). Es importante subrayar que estas variables no son medidas directas de victimización, sino la existencia de este incidente dentro del hogar, y estas medidas ya han sido probadas y validadas en otras investigaciones sobre “violencia doméstica” en Brasil (Andrade, 2008).

Estas son las tres variables dependientes utilizadas en este estudio.

 

Variables independientes

Para estimar las chances de un incidente de violencia doméstica, se crearon dos grupos de covariables. Los primeros se relacionan con las características sociodemográficas del entrevistado (sexo, raza y edad), ya que la percepción del entrevistado sobre la ocurrencia de la situación puede variar de acuerdo a estos factores (Cerqueira et al, 2019). A continuación, se incluyeron evaluaciones coyunturales sobre el aislamiento social, que se refieren a quedarse en casa para evitar la propagación del Covid-19; el impacto de la crisis en los ingresos familiares; y las percepciones del nivel de estrés actual, medidas aumentan las probabilidades de violencia doméstica (Bright, Burton y Kosky, 2020).

Las estadísticas descriptivas de estas variables se muestran en la tabla 1. Para facilitar su comprensión, también se detallan sus valores para cada una de las tres variables dependientes.

 

Análisis estadístico

Se utilizó regresión logística binomial para estimar la asociación entre los informes de agresión en el hogar durante el aislamiento social y las covariables sociodemográficas y coyunturales. Los resultados se presentan como razones de chances (RC –odds ratio) con un intervalo de confianza del 95% (IC del 95%). La metodología adoptada se justifica por el interés de estimar el riesgo de los individuos al denunciar situaciones de violencia en el hogar durante el período de aislamiento social en las tres situaciones de interés, a saber: (i) por primera vez, (ii) con mayor intensidad, y (iii) como en otras ocasiones.

Los resultados se presentan en la Tabla 2 para las tres variables dependientes relativas al reporte de agresividad en el ámbito familiar durante el aislamiento social.

 

 

Limitaciones del estudio

Entre las limitaciones de este estudio está el uso del panel en línea, que no cubre toda la diversidad de brasileños, especialmente aquellos que viven en las áreas más periféricas y sin acceso a internet (Roster et al, 2020) A ello se suma la forma de difusión del instrumento, ya que las interacciones en las redes sociales están mediadas por el uso de algoritmos, remitiendo el cuestionario a personas con perfiles muy similares (Pereira et al, 2020).

Además, las preguntas formuladas en la encuesta no se relacionaron directamente con la victimización del entrevistado en cada uno de los nueve eventos, sino con la ocurrencia de la situación en el hogar (Andrade, 2008). Como resultado, no es posible estimar cuántas personas han sido víctimas de violencia dentro de sus hogares, pero las respuestas ayudan a comprender qué ha cambiado en la sociabilidad dentro de los mismos.

Finalmente, como estudio exploratorio, la modelación estadística utilizada responde a la necesidad de explicar, de manera preliminar, las relaciones entre las variables, aportando contribuciones al debate de la pandemia de violencia mientras se desarrolla la pandemia del Covid-19. Se espera que, en el futuro, las encuestas cubran toda la complejidad que rodea el tema, dando mayor visibilidad al problema, en términos de políticas públicas orientadas a la reducción de los daños resultantes de las medidas de salud pública adoptadas para la contención del coronavirus.

 

Análisis de los resultados

Entre los 2.531 encuestados, la edad promedio fue de 41,3 años, casi el 52% eran mujeres y el 60% se declararon blancos (Tabla 1). Más del 80% manifestó, en abril de 2020, acatar fuertemente al aislamiento social (alto acatamiento), lo que significaba en ese momento salir de casa sólo para las actividades esenciales (como farmacia y supermercado), realizando todas las demás en el contexto del hogar. Es interesante notar que el 58% dijo que los ingresos familiares se habían reducido como consecuencia de las medidas de aislamiento social, otra externalidad negativa del coronavirus.

 

Tabla 1 - Distribución de la muestra y asociación entre agresividad en el hogar con las variables independientes (Brasil, 2020)

 

Agresión en el hogar vivida durante el aislamiento social 

Por 1ª vez

Con
más intensidad

Como en
otras ocasiones

Variables /
categoría

%

%
(IC 95%)

Valor p

%
(IC 95%)

Valor p

%
(IC 95%)

Valor p

Sexo

Mujeres

51,9%

6,13%
(4,73%-7,52%)

0,412

10,38%
(8,61%-12,15%)

0,009

22,43%
(20,01%-24,86%)

0,011

Hombres

48,1%

7,28%
(5,68%-8,88%
)

6,82%
(5,26%-8,37%)

18,38%
(15,99%-20,76%)

Raza

Blanco

60,0%

5,24%
(4,03%-6,45%)

0,001

8,34%
(6,84%-9,85%)

0,672

20,84%
(18,63%-23,05%)

0,508

No Blanco

40,0%

8,83%
(6,93%-10,73%)

9,25%
(7,31%-11,19%)

20,05%
(17,37%-22,73%)

Rango de edad

16 a 29 años

28,6%

7,62%
(5,54%-9,69%
)

0,291

12,50%
(9,92%-15,09%)

<0,001

28,87%
(25,32%-32,42%)

<0,001

30 o más

71,4%

6,28%
(5,06%-7,50%)

7,13%
(5,84%-8,42%)

17,08%
(15,19%-18,97%)

Acatamiento del Aislamiento social

Alto

80,5%

6,99%
(5,79%-8,19%)

0,36

8,68%
(7,36%-10,01%)

0,857

21,17%
(19,25%-23,09%)

0,124

Bajo

19,5%

5,35%
(3,19%-7,51%)

8,78%
(6,06%-11,50%)

17,84%
(14,16%-21,52%)

Impacto en los Ingresos Familiares

No impactó o aumentó

41,8%

5,32%
(3,85%-6,79%)

0,029

5,59%
(4,08%-7,10%)

<0,001

20,71%
(18,05%-23,37%)

0,772

Los ingresos disminuyeron

58,2%

7,62%
(6,16%-9,09%)

10,90%
(9,18%-12,63%)

20,39%
(18,17%-22,62%
)


Prueba Qui-cuadrado

 

 

Más del 20% de los encuestados informaron situaciones de agresión y tensión en el hogar durante el aislamiento social y en otras ocasiones, lo que representa el 22,43% de las mujeres y el 18,38% de los hombres. Las situaciones de violencia y agresión fueron reportadas con mayor intensidad por el 8,7% de la muestra, destacando el 12,5% de los jóvenes hasta los 29 años y el 7,13% del grupo de edad de 30 y más años. Para los encuestados que vieron reducidos sus ingresos como resultado de la pandemia, el 7,62% informó que ocurrieron situaciones agresivas en el hogar por primera vez durante el aislamiento, y esta situación fue reportada por el 6,7% de la muestra en su conjunto.

Para comprender el cambio de humor durante el aislamiento social, se pidió a los encuestados que evaluaran su nivel de estrés en una escala en la que cero era nada y diez era mucho. El nivel promedio fue de 6,06 puntos. En la figura 1 se evidencia que este indicador fue mayor entre los encuestados que reportaron episodios de tensión y agresión en el hogar con mayor intensidad. Por otro lado, el nivel de estrés fue menor para los entrevistados que relataron episodios de agresión y tensión como en el contexto de la “normalidad” social.

 

Figura 1 – Nivel de estrés (media e IC 95%) por contexto de agresividad durante la pandemia de COVID-19 (Brasil, 2020)

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La Tabla 2 presenta los resultados de las regresiones logísticas binomiales para las tres variables dependientes relacionadas con el reporte de agresión y tensión en el ámbito familiar durante el aislamiento social. Las posibilidades y las tasas de error estándar se presentan con los respectivos indicadores del nivel de significación estadística. Como se explicó anteriormente, las respuestas se ponderaron en función de las proporciones de la población brasileña en términos de sexo, edad y región.

En todos los modelos, el nivel de estrés fue estadísticamente significativo y se asoció positivamente con informes de agresión en el hogar. Mientras que los hombres tenían una razón de chances más alta para reportar episodios de agresión en el hogar por primera vez, ellos tuvieron razones de chances más bajas para reportar situaciones de agresión en el hogar con mayor intensidad y/o como en otras ocasiones.

Los blancos tenían menos chances de reportar agresión por primera vez. Los más jóvenes, con edades comprendidas entre los 16 y los 29 años, tienen una razón de chance más alta para reportar la agresión con más intensidad y/o como en otras ocasiones. La reducción de los ingresos familiares también se asocia con una razón de chance más alta para los reportes de agresión más intensa en los hogares.

 

Tabla 2 – Razón de probabilidad (RC) de los determinantes de reportes de agresividad en el hogar durante el aislamiento social (Brasil, abril de 2020)

Categoría

Primera vez

Con más intensidad

Como en otras ocasiones

RC

RC

RC

Hombres

1,423 (0,178)**

0,741 (0,164)***

0,817 (0,111)***

Rango de edad
(16 a 29 años)

1,081 (0,187)

1,745 (0,160)*

1,952 (0,112)*

Raza (Blancos = 1)

0,575 (0,176)*

0,984 (0,160)

1,105 (0,112)

Acatamiento al aislamiento social

(Alto)

1,388 (0,239)

0,980 (0,198)

1,227 (0,143)

Impacto en los ingresos familiares

(disminuyeron)

1,214 (0,187)

1,660 (0,176)*

0,891 (0,112)

Nivel de estrés

1,180 (0,036)*

1,267 (0,036)*

1,079 (0,020)*


Nota: total de observaciones: 2268 observaciones. Error estándar entre paréntesis

* p-value < 0.05;

** p-value < 0.01;

*** p-value < 0.001.

 

El compromiso con las medidas de aislamiento social, sin embargo, no mostró significación estadística en los modelos estimados. Los entrevistados refirieron un alto compromiso con las medidas impuestas por las autoridades públicas, que consisten en evitar salir de casa a menos que la persona tenga un trabajo imprescindible para la salud/seguridad o necesite ir al hospital, farmacias, médicos, entre otras situaciones. Como la mayoría de los encuestados estaban comprometidos con la política, esta dimensión no definió la dinámica de la violencia hogareña.

En resumen, en el contexto de aislamiento social, los hogares brasileños se tensaron y comenzaron a experimentar los efectos de menores ingresos, lo que tiende a aumentar las posibilidades de agresión física y verbal como elementos que componen la dinámica de sociabilidad de las familias entrevistadas. Sin embargo, los relatos de estos episodios también se asocian a las características de los encuestados, lo que indica que la composición familiar - en cuanto a sexo, edad y raza de los residentes del hogar - también incide en la dinámica de la violencia. Así, es apropiado asumir que existe una especie de círculo vicioso en el que el mayor estrés fluye hacia una mayor agresividad, lo que puede contribuir a episodios de violencia más dramáticos, que no es siempre que se denuncian ante la policía.

 

Discusión sobre los resultados

En general, la población consultada en la encuesta en línea realizada en abril de 2020, se comprometió con la idea de quedarse en casa el mayor tiempo posible, experimentando todas sus rutinas en este espacio. Sin embargo, esta mayor experiencia en el hogar puede significar cambios que incluyen el empobrecimiento (Paiva et al, 2020), mayor estrés (Van Gelder, 2020), daño físico y psicológico (Mackolil, Mackolil, 2020), además de mayor tensión (Tsamakis et al, 2020) y, por lo tanto, mayor agresividad entre los miembros de la familia (Humphreys et al, 2020; Campbell, 2020). Precisamente por ello, las agencias internacionales argumentan que, además de los efectos directos del Covid-19 en términos de muertes, externalidades como la violencia doméstica, el feminicidio y el menor bienestar de la población deben contarse como parte de las consecuencias de la pandemia (ONU Mujeres, 2020).

Quedarse en casa tuvo un impacto negativo en los ingresos del 58,2% de los encuestados. Estas nuevas realidades denotan, para una proporción significativa de los entrevistados, cierto grado de empobrecimiento (Paiva et al, 2020). También pueden significar una mayor exposición al virus (Peres, 2020), dada la necesidad de buscar una nueva ocupación e ingresos ante la ausencia de empleos formales (Motta, 2020). Esto crea un círculo vicioso que debe considerarse como un efecto no deseado de la pandemia.

En nuestra encuesta, quedarse en casa a tiempo completo significó un nivel de estrés superior al esperado (promedio de cinco), ya que los encuestados calificaron con seis en una escala de cero a diez. Un mayor estrés también significa mayores riesgos de malos entendidos y agresiones en ámbito doméstico (Tsamakis et al, 2020; Campbell, 2020; Paiva et al, 2020). Estos episodios de agresión pueden conducir a un mayor sufrimiento psicológico (Humphreys et al, 2020) e incluso al suicidio, homicidio o femicidio (FBSP, 2020).

Los datos recogidos en la encuesta indican que el 6,7% de los encuestados corroboró la perspectiva de agravar la crisis, señalando que al menos una de las situaciones mencionadas en el cuestionario había ocurrido por primera vez. Para el 8,7% de los encuestados, hubo mayor tensión dentro del hogar por la ocurrencia de al menos una de las violencias con mayor intensidad que las otras veces. Un apartado sustancial describió cómo el aislamiento social tiene una externalidad negativa para cambiar el patrón de sociabilidad de los miembros de la familia, con un mayor reporte de agresividad entre ellos. Este es un dato observado en estudios internacionales (Humphreys et al, 2020; Usher et al, 2020) que refuerza cómo la violencia en el hogar parece ser incluso más frecuente que las estimaciones proyectadas a partir de los datos policiales (Brillante, Burton; Kosky, 2020).

Por otro lado, el 20,4% de los encuestados informó que al menos una de las formas de agresión ocurrió como en otras ocasiones, reforzando la perspectiva de que el hogar está lejos de ser seguro para la mayoría de las personas (Souza et al. al, 2018). Este resultado por sí solo ya debería movilizar nuevas políticas públicas destinadas a prevenir la violencia hogareña (Otamendi, Barroso y Calazans, 2020). Confirman también estudios previos, que indican cómo la violencia doméstica compone la dinámica de los hogares brasileños, afectando a los hombres y, especialmente, a las mujeres, que sólo llaman a la policía en casos extremos (Cerqueira et al, 2019).

Finalmente, se estimaron tres modelos de regresión logística que confirman los resultados de los estudios internacionales para el caso brasileño (Van Gelder, 2020; Campbell, 2020). La mayor vulnerabilidad económica del entrevistado, debido a la reducción de los ingresos, aumenta la posibilidad de reportar agresividad doméstica con mayor intensidad durante las medidas de aislamiento social. Este resultado era predecible si se observaban los datos de la PNAD (2009), en los que el hecho de que los individuos no se encuentren en el mercado laboral, especialmente las mujeres, incrementó las tensiones familiares, derivando en casos de agresión (Cerqueira et al, 2019).

Bright, Burton y Kosky (2020) verificaron resultados similares a los nuestros, destacando cómo los bajos ingresos y el desempleo aumentan sustancialmente la probabilidad de episodios de violencia en el hogar durante la pandemia. Si las medidas de distancia social contribuyen a la retirada masiva de las personas del mercado laboral o a una reducción sustancial de los ingresos familiares, es posible esperar un aumento sin precedentes de la agresividad en el hogar. Tal fenómeno parece estar sucediendo ya, siendo visible en el aumento de las tasas de feminicidio y homicidio a nivel nacional en todo Brasil a lo largo del año 2020 (FBSP, 2020).

Cabe destacar también que el nivel de estrés es la variable que más influye en la tensión en el ámbito familiar (Tsamakis et al, 2020; Souza et al, 2018), aumentando las razones de chances de reportar agresiones por primera vez, con más intensidad y como en otras ocasiones. Se puede indicar que la intensa interacción con la familia se convierte en motivo de mayor tensión para los entrevistados (Vieira et al, 2020), situación que acaba favoreciendo la violencia (Pires, 2020).

En resumen, los resultados de los tres modelos estimados informan que la salud del ámbito familiar está en riesgo desde que se adoptaron en Brasil las medidas de aislamiento social producto de la pandemia del coronavirus. Tales medidas trajeron nuevas tensiones, además de la vulnerabilidad económica y la pérdida de puestos de trabajo, lo que contribuyó a la tensión en las relaciones familiares, resultando en una mayor agresividad y violencia.

 

Conclusión

Durante el período de aislamiento social, los individuos están sujetos a nuevas rutinas hogareñas (Motta, 2020). El hogar, idílicamente representado como un lugar de tranquilidad y protección, parece haber asumido otras configuraciones como resultado de las medidas preventivas del Covid-19 (Araújo, 2020). La casa se convirtió en el espacio de la agresión (Van Gelder, 2020), con varias violencias - que van desde los insultos hasta el uso de cuchillos en las agresiones - sucediendo por primera vez o con mayor intensidad.

Los datos presentados en este estudio indican que, al inicio de la pandemia Covid-19 (abril de 2020), en Brasil, hubo un aumento de episodios de agresión dentro del hogar. Esta nueva dinámica de sociabilidad está directamente entrelazada con el aumento del estrés, que parece deberse a la necesidad de que los sujetos permanezcan más tiempo en casa, además de la pérdida de ingresos familiares y del miedo a contraer el nuevo coronavirus. Los datos recogidos en el panel en línea refuerzan este entendimiento, debido a que las personas más estresadas son aquellas cuyos hogares empezaron a sufrir violencia doméstica por primera vez, con mayor intensidad que antes, o como de costumbre.

Existe una combinación explosiva entre estrés y agresividad en el hogar. Cuando se mira los resultados de los modelos de regresión logística, es posible constatar que los jóvenes, con ingresos afectados (desempleados, los que perdieron el trabajo o tenían ingresos reducidos) y el nivel de estrés, son los factores que más contribuyen a que las violencias ocurran en el hogar. En cierto modo, este escenario era predecible al mirar la literatura sobre la dinámica de la violencia familiar en general y específicamente en contextos de desastres.

La revisión de Bright, Burton y Kosky (2020) indica que, en situaciones de emergencia, los servicios destinados a quienes sufren eventos agresivos - física o mentalmente - dentro del hogar son cerrados, dada la demanda de acogida de víctimas por parte de profesionales que trabajan en estas unidades. Como consecuencia de la interrupción de determinados trabajos, los ingresos domésticos disminuyen, aumentando el uso de bebidas alcohólicas y estupefacientes lo que, inevitablemente, conduce a una mayor tensión y conflictos hogareños. Finalmente, las familias de nivel socioeconómico más bajo, que son más dependientes de los servicios públicos, se quedan más desamparadas, dado el enfoque en las víctimas de desastres, lo que aumenta la vulnerabilidad de los hogares. Con esto, se incrementa las posibilidades de maldiciones y agresiones físicas entre los miembros de una misma familia como mecanismos de resolución de disputas.

En Brasil, se observa un escenario similar al presentador por Bright, Burton y Kosky (2020) con la pandemia de Covid-19. Todos los servicios de salud tienen como objetivo prevenir la proliferación de la enfermedad o atender a quienes están infectados por el coronavirus. La asistencia social ha cambiado de enfoque, prestando sus servicios a distancia, aunque buena parte de las personas atendidas son sujetos de bajos ingresos, con mala o nula conexión a Internet. La policía se hizo responsable de cuidar no sólo de la prevención del delito, sino también de velar por el cumplimiento de las medidas para cerrar el comercio, el uso de máscaras y la prohibición de aglomeraciones. Los refugios se cerraron con el argumento de que es necesario asegurarse de que las personas permanezcan distantes unas de las otras.

Debido a estos cambios, las personas que viven en hogares con dinámicas de violencia familiar encuentran más obstáculos para escapar de este círculo vicioso (Pires, 2020). Necesitan pasar más tiempo en casa, tienen menos disponibilidad de servicios públicos, están sujetos a mayor estrés y menores ingresos (Usher et al, 2020). También tienen una enorme dificultad para accionar a la policía y la justicia, ante la prohibición de la libre circulación por la ciudad (FBSP, 2020). Si consiguen hacer la denuncia, a menudo no tienen dónde refugiarse, debido al cierre de los servicios de emergencia, que incluyen refugios. A esto se suma la dificultad para activar las redes de apoyo que también se encuentran aisladas, ya que la población en su conjunto necesita quedarse en casa el mayor tiempo posible para evitar la propagación del coronavirus.

Las mujeres tenderían a ser más penalizadas con estas medidas (Pires, 2020), porque serían más propensas tanto a la carga del trabajo hogareño como a la violencia en dicho ámbito (Marques et al, 2020). A largo plazo, esta dinámica contribuye a la potenciación del sufrimiento mental (Brooks et al, 2020; Mackolil, Mackolil, 2020) y al aumento de casos de feminicidio (FBSP, 2020), ya que las mujeres son las mayores víctimas de violencia en Brasil (Cerqueira et al, 2019).

Este escenario se vuelve más preocupante cuando la pandemia de Covid-19 no parece tener una fecha de finalización. Incluso se estima que “la vigilancia y el aislamiento intermitente (o la distancia sostenida, si es altamente efectiva) se pueden mantener hasta el 2022, lo que presentaría una carga social y económica sustancial” (Kissler et al, 2020). Así, las autoridades deben actuar de manera eficaz y eficiente, garantizando que las medidas que se adopten en salud pública no tengan un gran impacto en la salud, física y mental, de quienes se encuentran en aislamiento en sus hogares con dinámicas de violencia.

 

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1 Departamento de Sociología y Centro para el Estudio del Delito y la Seguridad Pública (CRISP), Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG). Correo electrónico: ludmila.ribeiro@gmail.com

2 Departamento de Sociología de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), Centro de Estudios del Crimen y Seguridad Pública, Centro de Investigaciones Cuantitativas en Ciencias Sociales de la UFMG, y INCT Gestión del Espacio Urbano y Seguridad Pública. Correo electrónico: braulio.fas@gmail.com