Los enemigos de Marx

The enemies of Marx

Fecha de recepción: agosto de 2019 / Fecha de aprobación: diciembre de 2019

 

Luis Alberto Carmona Sánchez1

 

Resumen

En el artículo se propone presentar algunas evidencias que sustenten la idea que los más peligrosos enemigos detractores y falsificadores de la obra de Marx, y los responsables que su pensamiento se repudie con ferocidad, por lo general injustificada, han sido los más eminentes marxistas de cuño político revolucionario.

Para esto, por tanto, seguiré en lo fundamental la exposición que realiza Jacques Attali en su libro Karl Marx o el espíritu del mundo, donde el autor argelino da cuenta de seis condiciones2, siendo la cuarta (“los amigos que lo sepultaron bajo varias capas sucesivas de simplificaciones y luego de mentiras”) de la cual me valgo para sustentar la idea mencionada.

Palabras clave: revisionismo, capital, crítica, marxismo.

 

Abstract

The article proposes to present some evidence to support the idea that the most dangerous enemies detractors and falsifiers of the work of Marx, and those responsible for his thought to be repudiated with ferocity, usually unjustified, have been the most eminent Marxists of stamp revolutionary politician.

For this, therefore, I will follow basically the exhibition that Jacques Attali makes in his book Karl Marx or the spirit of the world, where the Algerian author gives account of six conditions, being the fourth (“the friends who buried him under several capable successive simplifications and then lies “) which I use to support the idea mentioned.

Keywords: Revisionism, capital, review, marxism.

Introducción

Hasta sus últimos días, Marx no avaló ser considerado marxista. Tras su muerte, familiares y amigos más cercanos se vieron ante la magna empresa de ordenar, seleccionar y, sobre todo, editar sus trabajos. Sus hijas Eleanor y Laura y sus amigos Engels, Bebel, Bernstein, en especial, se sentirían responsables de aportar al público el vasto pensamiento de Marx, lo que de suyo representaba una carencia: no controlar los abusos estilísticos pero sobre todo de contenido que se inaugurarían en su contra por parte de la saga de sus pretendidos amigos los marxistas.

Marx, claramente, no es responsable de los marxistas y las consecuencias de sus actos. No obstante, siempre y solo se le responsabiliza a él de todo lo ocurrido. Las diferencias intelectuales, políticas, humanas, lógicas son notables entre Marx y los que se escudan tras él. Desde Engels hasta los reconocidos integrantes de la Escuela de Frankfurt, la vulgarización de Marx en su nombre ha sobrepasado la responsabilidad política y ética con el mundo al deformar su pensamiento originario.

Lo segundo es lo que se propone mostrar en el presente escrito, esto es, presentar algunas evidencias que sustenten la idea que los más peligrosos enemigos detractores y falsificadores de la obra de Marx, y los responsables que su pensamiento se repudie han sido los más eminentes marxistas de cuño político revolucionario.

 

Los enemigos de Marx

Los más peligrosos enemigos de Marx, aún hoy, han sido sus pretendidos amigos marxistas. Sus verdaderos amigos fueron con quienes debatió, peleó y se distanció desde que integraba el Club de los doctores: Bauer, Feuerbach, Proudhon, Lassalle, Bakunin. Cada pelea representó claridad y madurez para sus ideas. Sus verdaderos enemigos han sido quienes han llevado su nombre e ideas a la traición: Bernstein, Kautsky, Lenin, Stalin.

Todo comienza “el 14 de marzo, a las tres menos cuarto de la tarde” de 1883, cuando “dejó de pensar el más grande pensador de nuestros días”, según lo expresó Engels (1820-1895) (s/f, 174). A partir de este momento, de la muerte de Karl Heinrich Marx (1818-1883), comenzó su verdadera vida de desprestigio, traición y enemistad universal.

Tras la muerte, sus dos hijas, Eleanor (1855-1898) y Laura (1845-1911), y Engels, fueron los llamados a conservar su obra, entre otras razones, por ser los más capacitados para descifrar la multitud de manuscritos. Eleanor selecciona y ordena los libros, correspondencia y notas durante seis meses; su hermana Laura, mientras tanto, hace poco o nada al respecto.

Eleanor acude a periódicos de Londres y algunos internacionales en los que hace publicar un anuncio solicitando copias de escritos y correspondencia de Marx en manos de amigos. Lina Smith, sobrina de Marx, hija de su hermana mayor Sophie, lee el anuncio y se anima a buscar entre los archivos de su madre. Se cuenta con suerte y Lina descubre la última carta que escribiera Marx a su padre, la de 1837 (Carta al padre). La carta llega a manos de Eleanor, quien decide retenerla, no darla al público por el carácter personal entre su padre y abuelo. Por su parte, Engels encuentra en casa de su amigo fallecido el material que constituiría el segundo, tercer y cuarto tomo de El Capital. Empresa mayor a la que se ve abocado Engels. Pasan los años y su salud va en detrimento, y lo propuesto supera sus capacidades; necesita colaboración.

Amigo de Marx y Engels, el señor August Bebel (1840-1913) es por estos tiempos el presidente del Partido Socialdemócrata Alemán, y para quien colabora un joven checo entusiasta por las ideas de aquellos dos: Karl Kautsky. Kautsky (1854-1938) se encuentra con Engels en Berlín, y quien le propone trabajar en la organización del material dejado por Marx para ser llevado a la imprenta. Han pasado solo algunos meses después de la muerte de Marx.

Para el año 1885, Kautsky y la señora Louise, su mujer, aceptan el ofrecimiento que les hace Engels de vivir con él en Londres. Primer hecho de alerta, pues “la pareja no tarda en tomar a la vez el control del “viejo general”, de los manuscritos y, para terminar, del marxismo” (Attali, 2007, 352). Kautsky se muestra activo y publica en Die Neue Zeit, revista por él fundada dos años antes, algunos artículos sobre Marx de diversas autorías, siendo la más destacada la de su yerno, esposo de Laura, Paul Lafargue (1842-1911). Mientras esto ocurría, Kautsky preparaba un libro sobre marxismo y Engels un Prefacio que inaugurarán una saga problemática de marxistas.

Engels escribe un prólogo en 1885 para la tercera edición alemana de El dieciocho brumario de Luis Bonaparte de Marx, donde afirma que Marx fue:

el primero que descubrió la gran ley que rige la marcha de la historia, la ley según la cual todas las luchas históricas, ya se desarrollen en el terreno político, en el religioso, en el filosófico o en otro terreno ideológico cualquiera, no son, en realidad, más que la expresión más o menos clara de luchas entre clases sociales. (Engels, 1973,407)

En estas desapercibidas palabras anidan los primeros desvíos por los que será conducido Marx. Al respecto de lo de Engels, demuestra Attali que Marx “siempre especificó que las ideas y las artes estaban excluidas de la lucha de clases.” (353). No obstante esto, Engels (1973) aprieta más el pensamiento de Marx y asemeja “la gran ley” con “la ley de la transformación de la energía para las Ciencias Naturales.” La humildad socrática en Marx lo condujo a reconocer que “la teoría social es una ciencia abierta, un “movimiento” al servicio de la política que debe hacerse a un lado ante ella.” (Attali, 2007, 353).

Nada que hacer, Engels ha tomado la pluma, la que emplea para derramar tinta sobre lo dicho por Marx. Ahora se le ha ocurrido otro prefacio a propósito de la edición de las Tesis sobre Feuerbach, donde en lugar de decir dialéctica materialista, como Marx lo planteaba, acuñó materialismo dialéctico. Y desde entonces, Althusser y Harnekher se hacen insoportables, claro es, precediéndoles Plejánov.

Este ruso, Gueorgui Plejánov (1856-1918), fundador del primer grupo marxista de su país, al que llamó “Liberación del trabajo”, traduce y envía a Rusia la pequeña obra de Marx escrita en el año 1847 titulada Trabajo asalariado y capital. Sobresale su participación, frente a lo acuñado por Engels, lo de materialismo dialéctico en lugar de dialéctica materialista, en tanto se hace beneficiario de esta incisión perpetrada y la agudiza. Plejánov, primer marxista ruso, pretende darle un sustento teórico al término de Engels, para lo cual, y refiriéndose al materialismo dialéctico, afirma que este es una teoría de la verdad según la cual hay “contradicción entre el carácter representado necesariamente como absoluto del pensamiento humano y su actualización únicamente en individuos de pensamiento limitado, contradicción que no puede resolverse sino en el progreso infinito” (Attali, 2007, 354). Este no es el problema, apenas su gestación.

Por su parte, Laura ha traducido al francés el Manifiesto comunista, y Eleanor inicia la traducción de El Capital al inglés teniendo como base la tercera edición alemana. También Kautsky sigue con sus tareas, sobre todo las de publicitar suplencias interpretativas con la publicación de su libro La doctrina económica de Karl Marx. Transcurre el año 1887.

Engels envejece cada vez más, y la empresa a su cargo de reunir, seleccionar, ordenar y dar al público la obra de Marx y, desde luego, la suya, sobrepasa la intención y energía de un solo interesado con pocos colaboradores. A Laura, Eleanor y Kautsky se suma, por tanto, y para luego dividir, el alemán Eduard Bernstein (1850-1932).

El señor Bernstein dirigió en Suiza la redacción del Sozialdemokrat hasta su censura, momento a partir del cual se convirtió en colaborador de Kautsky. La influencia de Bebel en la socialdemocracia alemana se igualaba con su interés en conocer, sino controlar, la labor de Engels y sus colaboradores, razón por la que Bernstein, enviado por Bebel, termina en dicho proyecto. Kautsky y Bernstein trabajan juntos sobre el tercer y cuarto tomo de El Capital. En poco tiempo, el recién llegado se presenta problemático; Engels y su mentor Bebel no logran confiar plenamente en él, consideran que se toma licencias no autorizadas por el partido para criticar a Marx, como cuando afirma en su libro Los presupuestos del socialismo y la tarea de la socialdemocracia, que pretende “llamar la atención en los puntos, donde […] la doctrina de Marx y Engels parece errónea o incurre en contradicciones de un modo fundamental”. (Spieker, 1977, 33-34). Ahora Bebel deberá cuidar a Bernstein.

Kautsky continúa con hacer público y vulgar a Marx, con ser el “papa del marxismo”. Papa de “radicalismo pasivo”, como comenzó a conocérsele, entre otras razones, por afirmar que:

sabemos que nuestros objetivos sólo pueden ser alcanzados por una revolución; también sabemos que no está en nuestro poder hacer esa revolución, así como tampoco en el de nuestros adversarios impedirla. Por eso no estamos preocupados por prepararla o ponerla en marcha. (Attali, 2007,361)

Kautsky se atreve a más, y censura al propio Engels. Engels se propuso publicar el escrito de Marx sobre la revolución de 1848 en el Vorwärts. A Kautsky le pareció la introducción elaborada por Engels a dicho escrito de Marx de posición extrema, si consideramos su “radicalismo pasivo”, por lo que decide suprimir apartados de la misma. Se publica lo restante, hecho sobre el que Engels reaccionaría reclamándole al ya “renegado Kautsky”. Dijo Engels en una carta del 1° de abril de 1895: “para mi asombro, veo hoy en el Vorwärts un fragmento de mi introducción reproducido a mis espaldas y arreglado de tal manera que en él aparezco como un apacible adorador de la legalidad a cualquier precio. Por eso me gustaría con mayor razón que la introducción aparezca sin cortes en la Neue, para que esa impresión vergonzosa sea borrada.” La traición de Kautsky se había perpetrado. No había tiempo de hacer nuevos reclamos; Engels muere cuatro meses después, el 05 de agosto de 1895.

Eleanor queda, en principio y en apariencia, directa responsable de la publicación de las obras de su padre, para lo que encarga a Kautsky preparar el tomo cuarto, además de hacerle completa entrega de los manuscritos de Marx, conservando para ella sólo los artículos en inglés. La muerte de Engels, por tanto, ocupa aún más a Eleanor y a Kautsky, así como libera a Bernstein de los planteamientos de Marx.

Primero Kautsky con su “radicalismo pasivo”, ahora Bernstein con su reformismo, tiran línea marxista. Bernstein escribe en 1896 a Kautsky, para expresarle que el partido que integran no es más que otro radical, con el actuar semejante al de cada uno de ellos siendo “partidos burgueses radicales”, con la aparente diferencia que su actuar burgués radical lo logran camuflar con el uso de un lenguaje del todo excesivo frente a las acciones y medios con que disponen. Ante el renegado Kautsky, el reformista Bernstein se arriesga a más,

se atreve a criticar a Marx, y sostiene que el autor de El Capital subestimó las capacidades de adaptación de la sociedad industrial por la extensión del mercado, por la circulación más rápida de las mercancías y por la constitución de grandes empresas… Bernstein rechaza tanto la idea de la lucha de clases como la del derrocamiento del capitalismo. (Ibíd. p. 365)

El espíritu de Mefistófeles ha sido desencadenado, y la obra de Marx va directo a la ignominia. Riesgo inminente con claros resultados a corto plazo: parte de la obra de Marx se falsifica y el resto se mutila. Sin embargo, y a su manera, hay quienes pretenden preservarla en la integridad que, de todas formas, esta obra sea acomodada a las propias pinceladas. Es así como la polaca Rosa Luxemburgo (1871-1919) se hace protectora de Marx y contradictora radical con el reformismo de Bernstein; así como en 1924 Bujarin arremetiera contra ella por su concepción en torno a la acumulación de capital. Igual situación encuentra propicia el futuro líder de la Revolución de la mayoría, de la Bolchevique, en contra de las ideas minoristas, mencheviques, de Plejánov.

La crítica inicial y particular de aquel líder ruso llamado Vladimir Ulianov, apodado Lenin (1870-1924), realizada a Plejánov radica en que el menchevique no otorgaba poder real revolucionario a los campesinos, tampoco generaba vínculos con el movimiento obrero, mientras sí solía inflar la participación de la burguesía liberal (Attali, 2007).

Unos entran en la historia, otros comienzan a salir de la misma, a su vez que crecen las distancias, disidencias e incoherencias entre colaboradores de la empresa emprendida por Engels y por los neonatos marxistas. Mientras esto, la hija menor de Marx, Eleanor, opta por no participar más del cuidado, traducción y publicación de la obra manuscrita de su padre, y termina por suicidarse en 1899. Laura esperaría doce años más para terminar con igual suerte que su hermana: se suicidó en 1911 junto con su esposo.

Las disputas entre los mayores responsables de la obra manuscrita restante de Marx trae consigo, además de traducciones y publicaciones arbitrarias, el ocultamiento de mucho de este material. Esta situación trajo la ventaja de incorporar a un ruso estudioso y apasionado por la obra de Marx, el ucraniano David Riasanov (1870-1938), quien a sus 20 años y a propósito de su representación en el Congreso de Bruselas de la II Internacional, conoció a Bebel, Bernstein, Kautsky, Laura y su esposo Paul Lafargue.

Kautsky tuvo de secretario a Riasanov y le confió los manuscritos que había descubierto en los archivos de Bernstein, quien los mantuvo ocultos hasta entonces; los manuscritos eran Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, Manuscritos de 1844 y los Grundrisse.

Riasanov, con los manuscritos en su poder, se maravilla por los mismos tanto como se sorprende por las condiciones en los que han sido retenidos, más que guardados. Al respecto dijo:

algunas palabras sobre el estado en que muy recientemente encontré este fondo. Se encuentra en el abandono desde la muerte de Engels […]. Fue tan maltratado que la imponente biblioteca de Marx y Engels ha sido casi totalmente perdida […]. Los herederos ni siquiera se tomaron el trabajo, para empezar, de tratar de saber si todo el fondo les había sido realmente transmitido. (Ibíd. p. 375)

El nuevo colaborador es activo y laborioso: publica en Berlín cierta correspondencia de Marx caracterizada por padecer mutilaciones de contenido, practicada por Bernstein y su compatriota Franz Mehring (1846-1919). Riasanov ha decidido entregar su vida a esta gran empresa, mientras tanto, y sin sopesar lo que pueda traer consecuencias más perversas para el buen nombre de alguien, de Marx para el caso, si ocultar información real o publicitar una falsa, los enemigos atacan. La segunda tarea la emprenderá Lenin. Cuando Lenin intentó una breve biografía sobre Marx, realmente estaba logrando una amplia apología al marxismo. Dice Lenin:

abrió el camino para el estudio global y universal del proceso del nacimiento, desarrollo y decadencia de las formaciones económicas y sociales […]. El marxismo puso el hilo conductor que, en este laberinto, y en este caos aparente, permite descubrir la existencia de leyes: la teoría de la lucha de clases. (Ibíd. p. 378)

Y mayor conducencia cuando dice: “el marxismo es el sistema de las concepciones y de la doctrina de Marx. Este continúa y corona genialmente las tres principales corrientes del siglo XIX”. (Lenin, 1974, 6).

El marxismo de Lenin lo lleva a afirmar lo anterior, y cuando pretende acudir a la fuente lo hace dando un rodeo, esquivando lo fundamental: a Marx. Trató sustentar sus ideas marxistas con el pensamiento de Marx, pero a través de la comprensión que tuviera Engels sobre ellas. Dice Lenin: “En lo que concierne a la posición del socialismo de Marx respecto al pequeño campesinado, que existirá todavía en la época en que los expropiadores sean expropiados, es importante mencionar esta declaración de Engels, que expresa el pensamiento de Marx”. (Attali, 2007, 379). Lenin vio el eclipse mirando el balde con agua.

La autoridad con la que un marxista critica a otro es igual de respetable que la moral de un pederasta siendo director de un jardín infantil. Kautsky se atrevió reclamarle a Lenin por las interpretaciones erradas que hacía sobre Marx. De hecho, fue tan grande la molestia de Kautsky que se dirigió a su rival Bernstein para anunciarle lo que en Rusia sucedía en manos y cabeza de Lenin. Lenin, en lugar de volver sobre el estudio de Marx sin acomodarlo al marxismo, emprende su defensa marxista y escribe en 1918 La revolución proletaria y el renegado Kautsky.

El punto de quiebre fundamental en la discusión3, para Lenin (2008), fue “el folleto de Kautsky La dictadura del proletariado”, folleto que

constituye un ejemplo evidentísimo de la más completa y vergonzosa bancarrota de la II Internacional, de esa bancarrota que hace tiempo está en los labios de todos los socialistas honrados de todas las naciones. Pues el problema de la revolución proletaria se pone ahora prácticamente al orden del día en bastantes países. De ahí que sea imprescindible analizar los sofismas de Kautsky, propios de un renegado, y ver cómo éste abjura por completo del marxismo. (7)

Es clara la preocupación de Lenin: el marxismo; la ruptura de uno más con el marxismo, de Kautsky para el caso, así como lo había hecho Pléjanov, quien terminó por unirse “a la burguesía para burlarse de todo pensamiento acerca de la revolución” (Lenin, 2008, p. 8), así como Bernstein en su momento. La indirecta queda clara: refiriéndose a Kautsky, dice: “se trata de una confusión teórica tan monstruosa, de una apostasía tan completa del marxismo, que es preciso reconocer que Kautsky ha dejado muy atrás a Bernstein.” (Idíd. p. 11). En síntesis, renegados todos, incluido el mismo Lenin frente a Marx.

Los detalles de la discusión fue la posición de Kautsky sobre la concepción de dictadura del proletariado, concepción que Lenin con claridad ve fuertemente sustentada en la obra de Marx. En síntesis, una pelea por la herencia que nadie dejó asignada, la de un hombre que aún en vida pedía no ser familiarizado con sus ilegítimos herederos, los marxistas. Finalmente, entre más cerca se pretenda el marxismo para una sociedad en un momento determinado, más lejos se logra colocar a Marx de la historia de los pueblos.

Mientras la discusión va y viene, Riasanov disciplinado y estudioso, conduce mejor su trabajo, a lo mejor por faltarle la soberbia teorizante marxista de renegados y sofistas. En 1919 creó los archivos Marx-Engels y Los anales del marxismo para, finalmente, fundar el Instituto Marx-Engels en el año 1921; Instituto enriquecido con la bibliografía que Riasanov había adquirido por medio de la compra de las bibliotecas de destacados filósofos, entre los que aparece Wilhelm Windelband y J. Kaspar Smith, además de las fotocopias que había autorizado sacar en 1924 el Partido Social Demócrata alemán al Instituto al material con que contaba, y de la recuperación de los periódicos originales en los que Marx y Engels habían sido colaboradores: Vorwärts y Rheinische Zeitung de 1842-43. Para el año 1930 la biblioteca del Instituto contaba con 450.000 volúmenes.

En cuanto a la labor de publicar, a finales de 1917 Riasanov entrega al público los escritos de Marx y Engels elaborados durante 1850, y llega a nuevas conclusiones una vez hace saber su molestia por el trabajo de edición malogrado de Bernstein y Mehring, la que califica de indigna. Expresa que: “Ahora, los innumerables pasajes que ellos habían eliminado de la correspondencia, sin suministrar la menor indicación, son vueltos a poner en su lugar […]. No había ni una sola letra que esas manos sacrílegas no hayan modificado.” (Attali, 2007, 397). Muestra de ello fue la decisión de Bernstein de publicar solo un apartado del conjunto de la obra titulada La ideología alemana; dio a conocer la crítica contra Max Stirner, y ocultó lo relacionado con Bruno Bauer y Feuerbach.

Hombre honesto y convencido de dar a conocer a Marx antes de imponer fórmulas políticas a la sociedad, decide ser más frontal con los dos que ya tiene en mira, y dice:

No dejaron pasar ningún detalle susceptible de presentar a Marx bajo un aspecto desfavorable para el filisteo. Si los editores de la correspondencia lo hicieron todo para salvar el prestigio del Viejo Liebknecht o de Lassalle, reformulando las expresiones un poco fuertes, no tuvieron ningún miramiento por la vida privada de Marx. (Ibíd. p. 397)

Decir lo anterior, expresarse con esa decisión se logra si hay una superación al temor a la muerte. Los líderes marxistas rusos no dejaban otra opción cuando conspiraban, sobre todo, contra sí mismos. Para 1927, sin Lenin al frente de la Revolución, pero con un nazi puesto de cabeza como Stalin (1878-1953), Riasanov logra publicar los dos primeros volúmenes de los archivos Marx-Engels y cinco tomos de la MEGA4.

Entre más se esfuerza Riasanov por presentar a Marx en su necesaria integralidad y originalidad, los marxistas falsificadores se empecinan en imponer caricaturas: a sobra de marxismo, con Stalin se impone el marxismo-leninismo. Si el marxismo era ver el eclipse a través del balde con agua, el marxismo-leninismo era verlo habiendo votado el agua.

Marx cada vez más alejado de sí mismo, a pesar de los esfuerzos fidedignos de Riasanov, quien sabe que está pagando con su vida, frente al marxismo, su compromiso con Marx. Llega el momento y Stalin lo manda a detener el 15 de febrero de 1931, lo que le valdría la expulsión del Partido Comunista dos días después y del Instituto Marx-Engels a partir del 20 del mismo mes una vez sale la resolución5 emitida por el Buró Político. ¿Motivo?, ninguno, solo la excusa stalinista sobre la existencia de una organización antisoviética que integraba Riasanov, la “Unión de oficinas del comité central del partido menchevique”. Termina encarcelado en el Gulag de Suzdal.

Carrera en pique, imparable como lo fue el ascenso mismo: después de ser detenido el 1° de abril de 1931, y por quebrantos de salud, es enviado al Volga. Sin más espera, el 22 de julio de 1937 se le detiene de nuevo, para que seis meses después, el 21 de enero de 1938, fuera fusilado en total desconocimiento de su esposa.

 

El método stalinista de liquidación de Marx está en marcha6:

expulsión de Riasanov y de sus mejores colaboradores; eliminación progresiva de todo rastro de su nombre y de su actividad en las publicaciones ulteriores; luego, suspensión total de la publicación de la M.E.G.A.7 […]; desaparición de estos volúmenes de las bibliotecas rusas y extranjeras; en fin, depuración de las obras de Marx y de Engels, gracias a ediciones llamadas “populares”. (Rubel, 1953, 85-86)

Sin Eleanor, sin Laura, sin Engels, y ahora a falta de Riasanov, pero con Stalin, el Nerón hitleriano del marxismo, para quien Marx no existe, sólo los “clásicos del marxismo”, como dejó claro en la intervención de la XV conferencia del partido comunista de la URSS en 1926. Y cuando se refirió a Marx, o mandaba a sus obedientes discípulos que lo hicieran, era para marcar que él, que Stalin, fue más lejos.

Algunos apartados de un “informe oficial” de 1949,

en la sala de conferencias de la sección de Historia y filosofía […], el académico M. B. Mitin declara: I. V. Stalin, discípulo leal de Lenin, continuador de su causa, ha aportado una inestimable contribución al desarrollo del leninismo […]. I. V. Stalin llevó más adelante, llevó a un nivel más alto la enseñanza del materialismo dialéctico e histórico. Se inscribe al lado de los trabajos de los clásicos del marxismo leninismo como El capital, de Marx; El Antidühring, de Engels, y Materialismo y empirocriticismo, de Lenin […]. En nuestra época, las enseñanzas de Marx y Engels, elevadas por Lenin y Stalin a un nivel todavía jamás alcanzado, se han convertido en la base científica de la transformación de las relaciones sociales, de la tecnología y de la misma naturaleza. Iósif Visariónovich Stalin […] es el más grande pensador de nuestra época moderna, un tesoro de la ciencia marxista leninista. (Attali, 2007, 407-408)

Este tesoro, por fortuna hundido en las profundidades del desprecio, excepto por los marxistas hitlerianos que adoran a Stalin, más por patología de sus personalidades que por razones bondadosas de la historia, tuvo sus salvavidas. Los chinos fueron los primeros cuando dejaron explícito en los estatutos de su partido que la guía práctica sería el marxismo leninismo. Y se abre otro capítulo de esta saga con Mao Tse-Tung (1893-1976).

 

Conclusiones

El legado de los marxistas sobre Marx, por lo tratado de presentar, fue su falsificación y caricatura, con consecuencias ignominiosas para su nombre y nefastas para la sociedad donde se impusieron. Cabe recordar que los marxistas acá tratados fueron de cuño político revolucionario, que más allá de sus interpretaciones particulares y hasta sui géneris de las concepciones de Marx, pero desde luego gracias a las mismas, claramente ninguno logró “coincidir” con Marx en la teoría y menos aún en las fidedignas intenciones humanas que en la práctica se obtendrían.

Es más un llamado de atención que invita al estudio de la obra de Marx como condición para conocer, revisar y desarrollar críticamente los trabajos posteriores que se pretendieron legatarios de Marx. Estudio que exige el iluminar práxico de la comprensión y transformación del mundo ahora. Un mundo que cada vez deja en mayor evidencia la necesidad de un proyecto de sociedad del todo diferente al actual; las diversas formas de discriminación, de inequidad, de ruptura ciega con la naturaleza, la segregación entre pueblos, la acumulación infinita de capital y el crecimiento de la desigualdad, la explotación de mano de obra infantil y cada una de las consecuencias de la economía actual subyugando las políticas sociales de los gobiernos faltos de soberanía… son un llamado a una propuesta humana, de la dignidad de la vida que es clara en Marx y a pesar del marxismo. La propuesta de la construcción de la sociedad nueva, con base en Marx, deberá partir más por el saber de su propuesta que por la fe en el marxismo sobre la misma.

De igual forma se pretende sugerir la continuidad de un trabajo esclarecedor y examen crítico de las demás formas de marxismo que se han presentado y de las propias del siglo XXI. Los marxistas de cuño político revolucionario han sido tan responsables como los marxistas de cuño filosófico academicista. Cabe comprender en sus extensiones y limitaciones teóricas interpretativas de la obra de Marx, y en lo fundamental, advertir de las consecuencias prácticas para la superación de los rasgos consustanciales a la sociedad anteriormente advertida. El estudio deberá vérselas con el francés Roger Garaudy, Lefebvre, Althusser, Sartre e incluso Merleau-Ponty; los polacos Adam Schaff y Leszek Kolakowski; los chechos Mila Machovec, Milan Prucha, Robert Kalivoda y Vitezlav Gardavsky; el austriaco-alemán Leo Kofler, el italiano Della Volpe y Colletti y, por supuesto, los integrantes de la Escuela de Frankfurt: Horkheimer, Adorno y Marcuse. De igual manera con las nuevas formas de inventar ser marxista y, por tanto, a riesgo de nuevas falsificaciones y caricaturas de Marx con los llamados postmarxistas o neomarxistas: Lyotard, Derrida, Antoni Negri, el rockstart Slavoj Zizek, Chantal Mouffe, Enrique Dussel, Ernesto Laclau, incluso el Dalai Lama quien se denomina marxista, pero no leninista.

Para finalizar, si fuera obvio afirmar que el marxismo nada tiene que ver con Marx, seguramente no habría que contar innumerables experiencias desafortunadas para la dignidad humana perpetradas por los marxistas, justamente, apelando con falsedad a Marx. Por esto, es que me atrevo a incurrir en esa obviedad: el marxismo no ha tenido que ver con Marx, aprovecharse de alguien no hace a ese alguien responsable del acto con que se le aproveche. De la misma manera que la vida de Jesús no tuvo que ver con La vida de Brian.

Los marxistas todos son hermanos, de los que el marxismo solo puede procrear: claramente enemigos. Los que son verdaderamente hermanos son el proletariado. Marx no dijo “marxistas de todos los países, uníos”, dijo “proletarios de todos los países, uníos”. Y esa unión puede seguir su promoción con el estudio responsable y directo de la obra de Marx, no a la luz, apagada por demás, del marxismo.

Antes que pretender formular una crítica al marxismo, como a simple vista parece, lo que realmente me he propuesto es una reivindicación de Marx mismo. El marxismo no me interesa criticarlo, es tan válido como otras formas de tratar de pensar y actuar en el mundo, mi problema viene cuando los créditos de extras que se merecen los reclaman como actores principales con pésima actuación.

Maximilien Rubel escribió Marx, autor maldito en la URSS, maldición gratis si conocemos y comprendemos su obra, la de Marx, pero ganada gracias a los marxistas. Razón tenía Marx cuando constantemente le aclaraba a su yerno Lafargue: “yo no soy marxista”; claro está, sus peores enemigos.

 

Referencias bibliográficas

Anderson, Perry. (1987). Consideraciones sobre el marxismo occidental. México: Siglo XXI.

Attali, Jacques. (2007). Karl Marx o el espíritu del mundo. Buenos Aires: Fondo de cultura económica.

Marx, C. y Engels, F. (1973). Obras escogidas. Tomo I. Moscú: Progreso.

Lenin, V.I. (1974). Carlos Marx. Pekín: Lenguas extranjeras.

Lenin, V. I. (2008). La revolución proletaria y el renegado Kautsky. Madrid: Fundación Federico Engels.

Roces, Wenceslao. (1986). Entrevista con Wenceslao Roces, por Gabriel Vargas Lozano. En: Revista Nuestra Bandera, N° 135, junio. pp. 56-62.

Rubel, Maximilien. (1953). Marx, autor maldito en la U.R.S.S. En: Cuadernos del Congreso por la libertad de la cultura. Marzo-mayo. N° 1, pp. 82-86. París.

Spieker, Manfred. (1977). Los herejes de Marx. Pamplona: Eunsa.

 

 

 

1 Universidad Nacional de Colombia. Ciudad de Manizales. Correo electónico: luacarmonasa@unal.edu.co

Artículo elaborado en el marco de las discusiones del grupo de investigación ETHOS de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Manizales, y presentado en el Foro sobre Marx en la Universidad de Caldas (Manizales, Colombia) en abril del año 2019.

2 Según su criterio, estas condiciones son las que hacen posible “que un libro, una doctrina, una religión o un hombre llegue a constituir el basamento justificador de un sistema totalitario”. Y son: 1- “visión global del mundo”, 2- “lagunas que ofrecen varias interpretaciones”, 3- “la práctica, libertaria y dictatorial a la vez”, 4- “los amigos que lo sepultaron bajo varias capas sucesivas de simplificaciones y luego de mentiras”, 5- “los líderes carismáticos”, y, 6- “la coyuntura política”.

3 Los antecedentes de la disputa se remontan a 1915 cuando Lenin escribió El socialismo y la guerra, un año después, 1916, escribió El imperialismo fase superior del capitalismo, y, en 1917, Estado y revolución. La doctrina marxista del Estado y las tareas del proletariado en la revolución. De forma que, La revolución proletaria y el renegado Kautsky sería la expresión concreta de la discusión.

4 MEGA (Marx Engels Gesamtausgabe), obras completas de Marx y Engels.

5 Resolución titulada “Acerca del Instituto Marx-Engels”, en la que se determinada que: “a) una junta provisional procederá a la disolución del IME; b) asignar como director a Viktor Adoratski del IME y, c) asignar como director ajunto a Tovstukha del IME”.

6 Un caso particular es el que documenta Maximilien Rubel (1953). En “el volumen XI, tomo primero, aparecido en 1933. El título de su primera página indica el contenido: Artículos y correspondencia de 1856 a 1859. Ahora bien, un atento examen nos revela que todos los escritos conocidos de Marx y de Engels correspondientes a esas fechas figuran en el libro, a excepción de un trabajo debido a la pluma de Carlos Marx. Se trata de las Revelaciones sobre la historia de la diplomacia en el siglo XVIII […]. Si consultamos la introducción redactada por V. Adoratski, en busca de una explicación, constatamos que no se hace en ella mención alguna a los once artículos de Marx. En otros términos, no se da ninguna razón de la supresión pura y simple del trabajo más importante que el autor de El Capital consagró a la historia política de Rusia.” (86). Todo se debió, concluye Rubel, “evidentemente a una orden recibida.” (86).

Anderson (1987) también lo advierte: “la victoria de Stalin dentro del PCUS selló el destino del socialismo, y del marxismo, en la URSS […]. El aparato político de Stalin suprimió activamente las prácticas revolucionarias de masas en la misma Rusia, y las desalentó o las saboteó de manera creciente fuera de la Unión Soviética […]. Las masas fueron reprimidas, y su autonomía y espontaneidad eliminadas por la casta burocrática que había usurpado el poder en el país. El partido fue gradualmente purgado de los últimos contemporáneos de Lenin.”

En entrevista realizada a Wenceslao Roces, destacado estudioso y traductor de Hegel y Marx al español, afirma: “los escritos del joven Marx no fueron publicados, lo que le dará una idea de la manera rusa de proceder, […] ellos mismos se ponen a censurar el marxismo.” Revista Nuestra Bandera, N°135, junio de 1986; pp. 56-62.

7 Después de la detención de Riasanov y su separación de la dirección del Instituto Marx-Engels, solo salieron once de los cuarenta y dos volúmenes proyectados; bajo la dirección de Adoratski fueron publicados seis volúmenes de la MEGA en el período 1931 a 1935, pues al año siguiente, 1936, el proyecto editorial sería cancelado y finalmente su director Adoratski ejecutado en 1945.